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Episodio 1
La protagonista, una señora joven y aburrida, recuerda con una añoranza más que nada melancólica y principalmente rancia las horas que pasó haciendo zapping cuando era una puberta en un sillón guango en medio de la sala, frente a los limitados canales que su televisión con servicio básico de cable ofrecía. Recuerda cuando vio completa Party of Five porque era lo que había, o la genuina emoción que le traían los ocasionales maratones de F·R·I·E·N·D·S. Esas ocasiones ceremoniosas por irrepetibles en que podía tumbarse toda una tarde ante la mirada juzgona de su padre.
En sus noches de mayor desamparo, como ésta en la que se zampa un burrito de Oxxo con cerveza tibia, quiere gritar que son demasiadas series, demasiado de todo, que ya no puede más. Siente una imperiosa necesidad, y a la vez un imperioso rechazo, de consumir absolutamente todo lo que Netflix, Amazon y demás tienen que darle a su franja de edad, estrato social, hasta orientación política. Vive cada día en algo que oscila entre el miedo a perderse algo y el hastío de la obligación de elegir entre tantas opciones.
La coprotagonista, una gata negra con blanco, le rasguña la cara para comprobar si no ha entrado en una especie de coma funcional, pues su meditación a ojos abiertos dejó correr tráilers de series en YouTube, y ya lleva horas así. La protagonista reacciona ante el estímulo sangriento y ahora, en su búsqueda desesperada de «algo que ver», se embarca en el play repetitivo, como olas del mar pero menos poético, de series, mismo que nunca termina. Tantos inicios y tan pocos finales.
Episodio 2
Mientras hace pipí, la protagonista entra a sus redes sociales, las cinco al mismo tiempo, y se encuentra con que todxs, es decir el pequeño y sesgado grupo de personas que parecen ser todxs, están hablando de las mismas series. A veces éstas coinciden con la generalidad de lo que los delatores letreros de las plataformas (la serie más vista en Shangai, México, Teotitlán, etc.) señalan; otras tantas se nota claramente que es un target preciso, por ejemplo, feministlán, las que las llevó a sus feeds. La protagonista se pregunta por qué o cómo es posible ver tantas cosas, cómo le hacen quienes comentan sobre cada serie que sale, de dónde sacan el tiempo libre y, especialmente, la paciencia. La gata por su parte se da cuenta de que quizás este es un capítulo de relleno y ni siquiera se esfuerza en ser hermosa, duerme afuera de la puerta del baño a ver a qué horas. Esto de vigilar humanas no es cosa fácil.